sábado, 17 de octubre de 2009

Mister X y Mister Y

Si algo demuestra el "caso Faisán" es la incapacidad socialista de enfrentarse a ETA sólo con la ley pero con toda la ley. Si entre 1982 y 1996 se sucedieron las negociaciones, las treguas y la guerra sucia contra ETA, a partir de 2004 asistimos a un proceso de negociación política con la banda del que aún hoy desconocemos aspectos importantísimos. Cuando los conozcamos, probablemente asistamos a uno de los grandes escándalos de la democracia. Queda en cuestión la responsabilidad que, en el futuro, deberá afrontar Zapatero en este asunto.

En el caso de los GAL, las responsabilidades políticas eran evidentes, pese a que Felipe González en ningún momento las asumió: miembros de su Gobierno organizaron, financiaron y prepararon la guerra sucia contra ETA. Cometieron una veintena de asesinatos, varios secuestros y un sinfín de actos delictivos. Secretarios de Estado, funcionarios policiales y ministros acabaron en la cárcel. Pero González aguantó hasta el final, y sólo las urnas lo apearon en 1996, sin asumir responsabilidad alguna por los actos de sus subordinados. Hoy vive plácidamente dedicado a sus labores.

Penalmente, la principal acusación contra González se basaba en lo inverosímil de creer, primero, que del ministro de Interior para abajo se hubiese montado una trama criminal a espaldas del presidente; y segundo, que éste no tomara las medidas necesarias dentro de un Estado de Derecho para perseguir este tipo de actos cuando ya eran conocidos. Se salvó de una investigación judicial mediante la teoría de la estigmatización, que le libró de la posibilidad de ser investigado y juzgado por hechos gravísimos.

Ese fue el mayor escándalo de la lucha de la democracia contra ETA... hasta los hechos acontecidos entre 2002 y 2007. El "caso Faisán" se origina en el marco de una negociación secreta de Zapatero con ETA que se inicia en esos años, en los que se llega a un acuerdo en 2006 y que se rompe en 2007. Durante los pactos que el PSOE tuvo con ETA hubo episodios muy oscuros aún hoy sin esclarecer. Están los famosos informes de verificación del alto el fuego, que fueron manipulados para ocultar hechos delictivos de la banda. Están también las denuncias de los sindicatos policiales sobre la existencia de órdenes extraoficiales para frenar la lucha contra la banda. Y está el "caso Faisán", la colaboración con banda armada de responsables del Ministerio del Interior, lo que supuso la salvación de su aparato de extorsión, y con él de la capacidad de la banda de cometer atentados y crímenes: ¿cuántos de estos no hubiesen ocurrido de no existir el chivatazo a ETA?

Por todo lo anterior, y en cualquier país de nuestro entorno, Rubalcaba hubiese tenido que dimitir o ser cesado, y con toda probabilidad se enfrentaría a la justicia con cargos de gravedad. Ha tenido la fortuna de no correr la suerte de Barrionuevo, y eso que los delitos de éste estaban a fin de cuentas relacionados con la lucha contra ETA. En el caso de Zapatero, como González, la responsabilidad política es directa, porque él es el máximo responsable de los pactos con la banda, así como de las actuaciones que de ellos se derivaron, muchas de ellas penales y delictivas. Él es el responsable político de los delitos cometidos por sus funcionarios en la lucha contra ETA, incluido el chivatazo a la banda.

En el ámbito penal, como en el caso de González, la cosa es más complicada. Resulta bastante creíble que ningún alto cargo policial pudo tomar por sí sólo la iniciativa de avisar a ETA de que su aparato de extorsión iba a ser desmantelado: como en el caso de los GAL, el delito es de suficiente gravedad como para descartar que un funcionario policial pudiera actuar de espaldas a sus superiores en el Ministerio. ¿Y en el Gobierno? ¿Conocían Zapatero y Rubalcaba los planes para avisar a ETA de una operación de la Audiencia Nacional? Como en el caso de González, no hay pruebas que lo acrediten, como tampoco de que dieran luz verde para ello. ¿Exigieron tomar las medidas necesarias y urgentes ante el delito de colaboración con ETA cuando éste fue conocido, al poco tiempo de cometerse? Como en el caso de González, la respuesta es negativa, y Zapatero se negó a esclarecer un acto de traición a España y sus instituciones.

Si en el caso de González a la clara responsabilidad política se une la dificultad para especificar si tuvo responsabilidad penal en el caso de los GAL, en el caso de Zapatero ocurre algo parecido: su responsabilidad política es directa, pero no está probado que estuviese al tanto de lo ocurrido. Pero como en el caso GAL, quizá con el tiempo se sepan más detalles y sepamos qué ocurrió con el aparato de extorsión etarra, y qué papel jugó cada cual. Si aún estamos buscando a "Mister X" en relación con los GAL, ahora es un misterio quién es el "Mister Y" del "caso Faisán". Por ahora sólo sabemos que es socialista. Como entonces.

jueves, 8 de octubre de 2009

La Receta de los Sindicatos...

Inusitada finezza la de José Ricardo Martínez, secretario general de UGT en Madrid, mandando al gobernador (que no presidente, José Ricardo) del Banco de España "a su puta casa". Ponderadas palabras propias de un estadista que resumen el buen talante negociador y el "ejemplar comportamiento" de nuestras centrales sindicales.

Y mientras estos paniaguados de la izquierda se tiran los trastos a la cabeza, el desempleo supera los cuatro millones de parados en España y llevamos gastados en el último año la friolera de 30.000 millones de euros en prestaciones de desempleo porque nuestro muy flexible mercado laboral es incapaz de crear ni un solo puesto de trabajo.

Pero, ¿cuánto son 30.000 millones? Para no perdernos en las grandes cifras: para empezar, es algo así como el doble de lo que pretende ingresar el Gobierno con la recientemente aprobada subida de impuestos. Es prácticamente la mitad de lo que se recaudó por IRPF en 2008, el 60% de los ingresos por IVA y más de lo que obtiene por todo el Impuesto de Sociedades.

Dicho de otra manera, nuestra endémica incapacidad para crear empleo nos impide recortar el IRPF en un 50%, el IVA en un 60% o eliminar por completo el Impuesto de Sociedades. ¿Se imaginan qué impulso adquiriría la economía española si alguna de estas medidas se adoptara?

Mejor no lo piense mucho que igual se le revuelve el estómago. Limítese a mostrar una ligera indignación mientras se pregunta a qué o a quién se debe que cuatro millones de personas no encuentren ni un empleo: pues en esencia a estos visionarios sindicalistas que combinan el cariño hacia el socialista Zapatero con las elegantes admoniciones al socialista MAFO para que regrese al calor hogareño de "su puta casa".

Recuerde lector que estos locuaces individuos, esas plumas delicadas que en apenas un exabrupto sintetizan la calidad de sus ideas, son quienes dirigen ese infame proceso llamado de "negociación colectiva" por el que los salarios en España son incapaces de ajustarse aun cuando los ingresos empresariales se estén hundiendo. Son ellos a quienes se les ha investido con la categoría política de "agentes sociales", facultados para negociar de tú a tú con una entente gubernamental y patronal para decidir las condiciones por las que se van a regir todos los trabajadores y empresarios de España. Son ellos quienes viven de los salarios de los proletarios y de los beneficios de los empresarios sin dar un palo al agua con la excusa de disponer de tiempo libre para desarrollar con esta exquisita prosa sus aportaciones al drama económico que vive nuestro país. Son ellos, en definitiva, quienes siguen instalados en una retórica cuasi marxista para justificar su parasitismo político y económico de la sociedad española.

Tamaños poderes y privilegios para tan gran inteligencia y responsabilidad. ¿Qué sería de nuestro país si no eleváramos a la categoría de planificadores sociales a tan templados personajes? Imaginen a las huestes sindicales engrosando las listas de paro y buscando empleo con su característica buena educación. Si es que no puede ser: cuatro millones de parados son un precio más que equitativo para que los liberados no pasen por semejante trance. De momento, pues, que sigan siendo estos mantenidos de la "puta casa" quienes marquen la política laboral del Gobierno y que prosiga la sangría de parados y de gasto público. Total, paga el contribuyente.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Políticamente Incorrecto.

Basta ya de palabras medidas y discursos moderados; mentiras a medias y verdades difusas; basta ya de circunloquios y subterfugios; de palabrería barata adornada con bellas palabras y soplos de optimismo falso; entierren la demagogia manida en el fondo de un pozo y olvídense de una vez por todas de los cálculos electorales y del anclaje a la poltrona... Ya es hora de dejar atrás lo políticamente correcto.

España necesita un revulsivo para despertar del engañabobos al que nos tiene acostumbrado la inepta clase política de este país, un líder empresarial o institucional valiente que sea capaz de decir lo que realmente piensa, con la verdad por delante y sin miramientos. Día sí y día también saltan a la luz opiniones diversas de responsables políticos, sindicales y empresariales acerca de la difícil situación y pocos, por no decir ninguno, se saltan el guión preestablecido por el pensamiento único dominante.

El gobernador del Banco de España anima a Zapatero a reformar el mercado laboral, por vigésima vez, pero no se moja a la hora de reclamar la eliminación de la negociación colectiva que tanto encorseta al empresariado español, o una rebaja sustancial en el coste del despido, o la flexibilización total de la contratación laboral. De hecho, Miguel Ángel Fernández Ordóñez defiende la subida de impuestos aprobada por el Gobierno. Eso sí, siempre y cuando esa mayor recaudación se destine a reducir el déficit.

Ordóñez, el mismo que está permitiendo a las entidades financieras ocultar su morosidad real con engaños contables. De la misma calaña es José Viñals. El ex subgobernador del Banco de España se atreve ahora a dar consejos de prudencia crediticia y bancaria desde su nuevo cargo en el Fondo Monetario Internacional tras su nefasta gestión al frente de la supervisión del sistema español.

El ex ministro Jordi Sevilla, por su parte, discrepa de su antiguo jefe de filas y critica, vagamente, unos Presupuestos Generales cuya falsedad y engaño son más que evidentes. La patronal de empresarios se contenta con disparar balas de fogueo contra la política económica del Gobierno. Acepta subir los salarios, pese a que deberían bajar, no se revuelve contra el aumento de la presión fiscal, apenas se limita a pedir tímidamente una reforma light del mercado laboral no vaya a ser que los ministros se nos enfaden.

¡Y qué decir de los sindicatos! Potentados burgueses que conducen coches de lujo y viven a cuerpo de rey mientras denuncian a viva voz la explotación del proletariado con el puño en alto. Nadie mejor que un líder sindical sabe aplicar el dicho aquel de en boca cerrada no entran moscas, y el tan acertado no muerdas la mano que te da de comer.

La oposición, por supuesto, no se queda atrás. La cúpula del PP no habla, tan sólo se limita a contemplar y esperar a que la manzana podrida se caiga del árbol sin apenas menear el tronco. Ni una palabra sobre la necesaria reducción drástica del gasto público; concreción nula a la hora de exigir reformas estructurales para incentivar la mermada competitividad de nuestra economía... Al contrario. Los populares tan sólo se mueven para pulsar el botón verde y apoyar así al PSOE en la aprobación del PER nacional para parados, el rescate de Caja Castilla-La Mancha haciendo uso de los impuestos de los contribuyentes o la creación de un fondo de rescate bancario dotado con casi 100.000 millones de euros cuya transparencia es nula.

Mentiras, engaños y falsas promesas son los ingredientes básicos que conforman el discurso de los representantes políticos y sociales. ¿Para eso pagan impuestos los españoles? Son meros parásitos que no están a la altura de las circunstancias. Dejen ya de confiar en la política. Nada van a hacer por usted. Dependemos única y exclusivamente de nosotros mismos para salir del pozo en el que otros, ahora convertidos en falsos profetas, nos metieron. Basta ya de hipocresía.