miércoles, 16 de septiembre de 2009

Destruir pruebas.

Tanto la Ley de Enjuiciamiento Criminal, como el propio reglamento de los Tedax, exigen que todas las muestras recogidas en el escenario de un atentado se conserven. Se trata de un requerimiento del más elemental sentido común, pues el lugar donde se comete un atentado constituye el principal continente de pruebas destinados a esclarecerlo y enjuiciarlo. La conservación de esos vestigios es esencial para que las distintas partes puedan solicitar que se realicen nuevas pruebas y salvaguardar, así, derechos fundamentales tanto de las victimas como de los acusados.

Pues bien. El que fuera comisario jefe de los Tedax en los atentados del 11-M, Juan Jesús Sánchez Manzano, ha reconocido este martes y con la más tranquila desfachatez que si sólo llegaron 23 muestras de los 12 focos de explosión, incluidas dos explosiones controladas, a la Audiencia Nacional fue porque los Tedax las destruyeron. La insultante "explicación" que ha dado Manzano para justificar semejante masiva destrucción de pruebas es que se hizo una criba en el laboratorio de los Tedax, que sólo superaron los restos que se consideraron "útiles", mientras que los demás pasaron a ser considerados simples "objetos" y se procedió a su destrucción.

Para empezar, todo vestigio que pueda aportar pruebas para el esclarecimiento de un atentado no puede ser otra cosa que un "objeto". Vista la magnitud de la criba, y sobre todo su nula eficacia para determinar cosas tan esenciales como la marca concreta del explosivo empleado en los atentados, parecería que la única "utilidad" que esta buscaba era precisamente la de impedir que pudieran aportar información decisiva para el esclarecimiento de la masacre. Recordemos que fue tres años después de los atentados, cuando el tribunal ordenó a ocho peritos analizar los pocos vestigios de los focos que los TEDAX no habían hecho desaparecer, cuando estos encontraron, en todos los focos, todos y cada uno de los componentes específicos de la dinamita Titadyn (DNT, nitroglicerina, y nitroglicol), hallazgo que si lo hubiera hecho la Policía Científica en su momento –marzo de 2004– y no en 2007, podría haber abierto una línea de investigación para tratar de identificar a las personas que proporcionaron dinamita de esa marca a los terroristas del 11-M.

Y es que no debemos olvidar, en este sentido, que el reglamento de los Tedax no sólo se incumplió de forma flagrante cuando se decidió destruir la mayoría de vestigios recogidos, sino también cuando los Tedax no enviaron las muestras al laboratorio de la Policía Científica, tal y como también exige su protocolo de actuación y tal y como el propio Sánchez Manzano, como máximo responsable, ha venido haciendo en innumerables ocasiones, antes y después de los atentados del 11-M.

Así las cosas, tras su comparecencia, siguen en pie los tres decisivos interrogantes que ya plantearon nuestros compañeros Luis del Pino y Carlos Sánchez de Roda: ¿Quién dio la orden de destruir los vestigios del mayor atentado terrorista en la historia de España? ¿Por qué motivo la dio? ¿Por qué esta orden, que contraviene la Ley de Enjuiciamiento Criminal, no consta en el sumario?

A la vista de estos inquietantes y no despejados interrogantes y, sobre todo, a la vista de una comparecencia de Manzano, que no viene sino a reforzar la impresión de culpabilidad a la que apunta contra él la argumentada querella presentada por la Asociación de Ayuda a la Víctimas del 11-M, no es de recibo el persistente y vergonzoso desinterés de los principales partidos políticos y, a su dictado, de la mayoría de los medios de comunicación. Tal es el caso también del PP y de Soraya Saenz de Santamaría, quien ha alegado no tener todavía "conocimiento del contenido" de la declaración de Manzano para no tener que hacer así comentario alguno al caso que no sea –claro está– un protocolario y recurrente "máximo respeto a la actuación de la justicia".

El más elemental respeto a la Justicia, sin embargo, sería mostrar algo más de interés por el total esclarecimiento de la mayor masacre de nuestra historia, sin recurrir a excusas que pueden durar tan poco tiempo como el que se tarda en conocer el contenido de la bochornosa declaración de Manzano.

No hay comentarios: